A primeros del pasado mes de mayo Obús visitó Alicante acompañado de los locales Metralla. Un evento que nuestro redactor JuanF no quiso perderse.

¡Aquí os dejamos la crónica de la noche!

 

 

Era el día de Eurovisión, una noche entera dedicada a la música. Mientras unos rodeaban las televisiones de sus casas viendo desfilar artistas de toda Europa, otros hacían cola en los aledaños de Sala Babel para ver a los ya más que conocidos Obús. En ambos casos se juntaba música con TV, pues a lo largo de la velada fueron varias las referencias a los diversos proyectos de la pequeña pantalla.

Siendo una banda con tanto renombre, se esperaba una mayor cantidad de asistentes, nada mal viendo como está la situación de la escena en Alicante. Sin embargo, la entrega por parte del grupo sí que estuvo a la altura. Un día tan raro, con grandes acontecimientos, un tiempo que no favorecía con una poderosa lluvia minutos antes de la apertura de puertas… pudo haber sido peor.

Y puestos en marcha una vez abiertas las puertas, uno de los grupos alicantinos que más gente mueve por sus lares eran los encargados de telonear a la historia del heavy metal. Metralla relevaba a los caídos del cartel Leviatán con una puesta en escena de alto calibre. Había mucho cariño en el público, acción que favoreció el Feedback con la banda, que no cesó en su empeño de dejar el listón muy alto. Lo cierto es que desprendían profesionalidad y composiciones bien llevadas a cabo. Con temas como “La Plaga”, “AK47” o “El Ataúd” se llevaron de calle a los asistentes que no los conocían, pocos a estas alturas de la película.

Pero el plato principal era otro. Dos persianas colocadas a ambos lados de la batería ya empezaban a adornar el set que tenían preparado los madrileños. Desde veteranos del metal hasta pequeños noveles de no más de diez años aguardaban la salida de Fortu y compañía. Y finalmente, con gritos, todos querían saber que “Juego Sucio” inundaba de buena música la vibra de toda la sala. Una audiencia muy entregada que comenzó a dar palmas a tope con los primeros acordes de “Necesito Más”. Eran los primeros preludios de lo que se pronosticaba una auténtica fiesta.

Las cervezas oficiales de la banda volaban del stand de merchandising, se coreaban todas y cada una de las líneas, las poses de Fortu y Fernando Montesinos eran periódicas, y se estaba disfrutando mucho. Pasan de alabanzas en “El Crack” a la crudeza de “Te Visitará La Muerte” y no cambia nada desde la perspectiva de abajo. Pasan los años pero Obús se sienten muy cómodos encima del escenario, se nota que lo llevan en la sangre. Puede que el bajista se caiga contra una de las persianas de los laterales por un empujón involuntario del frontman, que se van a empezar a descojonar en pleno tema “El Que Más” y posteriormente a recordarlo con más risas y abrazos. En la unidad está el éxito y se nota que lo tienen. Había tiempo incluso para presentar a Alicante “El Pastel del Demonio”, su más reciente creación, he incluso para que alguien le pida matrimonio a su pareja.

Sí, parecerá una mera habladuría pero se convirtió en la anécdota de la noche. Un fan de la banda contactó directamente con ellos con la posibilidad, fielmente ejecutada, de subir al escenario para entregar a su pareja el anillo de boda, cosa que, por los nervios, tardó en colocar en el dedo de la muchacha. Cada uno elige su sitio para predicar estos lazos y él prefirió hacerlo frente a casi 200 heavys entre murmullos y silbidos insinuantes. Pero curiosidades aparte, el concierto continuó con los clásicos más clásicos del grupo.

La recta final del concierto estuvo solventada por títulos como “Autopista”, “Corre Mamón”, “Dinero, Dinero” o la rallante “Prepárate”. Un final aterciopelado que esperaba el bis típico de cualquier banda con “Pesadilla Nuclear” y “Vamos Muy Bien”. Entre medias hubo tiempo para presentar a cada uno de los componentes que forman parte de Obús con su posterior momento solista. El batería Carlos Mirat pasó el relevo de aporreaparches a Fortu y se dedicó a crear ritmos golpeando una escalera. Show puro y duro. El vocalista, viendo que perdía atención y protagonismo, hizo el pino con la ayuda de un personal del equipo técnico. Aplausos y más aplausos. Así finalizó el paso por Sala Babel de los abanderados del heavy estatal.

Una vez se despidieron, muchos fueron los que esperaron para fotografiarse con los artistas y llevarse alguna firma plasmada en sus diversos discos. El fenómeno fan no depende de edades, y la ilusión por ver un buen concierto tampoco. Hay que agradecer que bandas con todo hecho sigan haciendo disfrutar de esa manera a su público. Su estado de forma no es el mejor, pero saben disimularlo muy bien.

Crónica y fotos por Juan Fernández