Manuel Martínez

El pasado 19 de agosto volvimos al fin a un concierto, fue en la plaza de toros de Toro y allí disfrutamos del talento y experiencia de Manuel Martínez (Medina Azahara) en formato acústico. 

¿Queréis como fue la noche? ¡Aquí va la crónica!

 

Tras varios meses sin poder asistir a ningún show en vivo, el pasado 19 de agosto tocaba por fin desplazarse a la plaza de toros de Toro (Zamora) para disfrutar del concierto acústico que ofreció Manuel Martínez y su banda en solitario, dentro de un festival de actuaciones organizadas por el Ayuntamiento bajo las nuevas medidas de seguridad: asistentes sentados en sillas sin poder levantarse, con mascarillas y con separación unos de otros; condiciones que se cumplieron a rajatabla, demostrando un comportamiento ejemplar de todos los asistentes, como se encargaría de recalcar Manuel Ibáñez al finalizar el show.

Con quince minutos pasados sobre la hora marcada, subía al escenario la icónica figura de Manuel Martínez, acompañado de Adrián Phoenix a la guitarra acústica y sus compañeros de Medina Azahara Manuel Ibáñez al teclado y Nacho Santiago a la batería. Tras agradecer al público su asistencia, comenzaron el show con “Paseando por la mezquita”, primera canción de la historia de la banda cordobesa y habitual para empezar sus conciertos. Continuaron con “El lago” de Triana, otra de las que no faltan nunca en sus repertorios, tocada a un ritmo más lento de lo habitual que hizo que se perdiera encanto y no me terminara de convencer.

Como era de esperar debido al formato acústico, las baladas tuvieron gran protagonismo en el repertorio, y vendrían unas cuantas seguidas, comenzando con dos clásicos de Medina Azahara: “Sólo y sin ti” y “Otoño” y siguiendo con “Luminosa mañana”, otra versión de Triana. Llegaría ahora el momento de presentar dos canciones dedicadas a la madre de Manuel, “Siempre estarás en mí”, que sonó fantástica, y “Madre”, perteneciente a su disco en solitario “Las hojas del otoño”.

A continuación, vino la mayor sorpresa de la noche, y no fue otra que una versión de “Algo de mí” de Camilo Sesto, canción que, según explicó Manuel, fue metida en el repertorio para la gira de “Las hojas del otoño” como homenaje al artista fallecido durante la preparación de la misma. Tras ésta, era el turno de una de las mejores canciones de Medina Azahara y del concierto, “Córdoba”. No importa el formato con el que suene esta canción, siempre emociona y la gente canta el estribillo con fuerza. Tocaba volver a otra de las versiones clásicas de Triana, tocando ahora “Abre la puerta”, que también animó bastante al público.

Manuel Martínez

Durante todo el concierto, Manuel estuvo muy comunicativo y con muy buen humor con la gente, haciendo bromas y presentando cada canción. Presentó así “No quiero pensar en ese amor”, otra que nunca falla y “Junto a Lucía”, dedicándola a la mujer de Manuel Ibáñez. Venía ahora otro clásico, “Velocidad”, en la que Manuel invitó a participar a todo el público cantando el estribillo y vaya si lo hizo, dibujando una sonrisa duradera en el rostro del cantante que disfrutaba de la actuación. Tras ella sonó “Palabras de libertad” y el clásico entre los clásicos “Necesito respirar”, muy coreada por el público, como no podía ser de otra manera, y con la que la banda amagó con marcharse.

Sin bajarse del escenario, los cuatro músicos hicieron la broma de reunirse a decidir si seguían el concierto o no, reunión que duró uno o dos segundos, y se sentaron de nuevo en sus instrumentos para tocar “Así me siento”, una preciosa balada perteneciente al disco en solitario de Manuel, donde se repartieron las voces principales Manuel Martínez y Manuel Ibáñez, que supuso un apoyo importante a los coros durante todo el concierto. La despedida final llegó con “Todo tiene su fin”, cantándola el público en primer lugar a capella para que luego la banda hiciera lo propio con instrumentos. Tras agradecer nuevamente al público su asistencia y su ejemplar comportamiento, la banda se retiró definitivamente, dejando muy buen sabor de boca y más ganas de conciertos si cabe.

Crónica y fotos: Luis Martin